martes, 30 de diciembre de 2008

El Abatir de las Columnas


Por curioso que llegase a parecer me veo en la peculiares circunstancia de escribir en este grimorio ya que, no se, si es el destino, si es la mano del gran arquitecto o simplemente parte del camino que el gran espíritu me a hecho transitar pero, tenedme a aquí trazando líneas de tinta sobre el libro del gran maestre.

Ahora como es mi deber como primer gran guarda libros del templo eh de relatar los fatídicos sucesos que vinieron y los gloriosos que espero que sean los venideros.

Me encuentro en vigésimo primer salón el día primero de sexta casa del año 1356 después del sexto Mesías. Frente a mi en el salón de mapas del temple se encuentran los cuatro grandes generales, el nuevo comandante que para todos es un sorpresa ya que nadie lo había visto nunca pero se ve un ser muy capaz para tamaña labor y a mi lado en el trono principal se encuentra el gran maestre conversando de los movimientos de las tropas y la gran avanzada de nuestra gloriosa armada que con prontitud fue hecha por los mejores transmutadotes alquímicos que contaba el templo. Mientras estos cincos tronos que confluían en una hermosa meza de mármol que en su base era sostenida por un atlas y en su superficie de bajo relieve se mostraba el mundo y con distintos minerales se marcaban los ciento ocho templos que este mundo albergaba y finalmente en la bóveda de del salón que estaba totalmente revestido de mármol blanco e incrustación de oro y lapislázuli se hallaba el ojo del que en todo esta, y al final del salón un gran balcón que daba una de las mas esplendorosas vistas de todo los pabellones y estancias del templo de la cual se veían sus cuatro templos menores, sus bosques, puerto y la ciudad de Citerior que se encontraba a las afueras de los grandes muros externos de Ur, la línea divisoria del templo interior con los habitantes de los templos exteriores.

Mientras proseguía la marcha de los agitados presente a esta reunión el gran maestre empezó a mandar emisarios a la cuidad y a otras dependencia de los templos ya que según él, debían estar cerca ya que pronto tendríamos que comenzar los desplazamientos a los campos de marte que nuestra amado orbe se encontraba sumido. Pero justo al sonar la sexta campanada del ángelus comienza a sentirse lo que hasta ese minuto solo se pensaba como un temblor de menor intensidad, ahora que lo pienso esa seria el último tañido de la gloriosa campana del palacio de los Pretorianos.

Al oír ese ultimo tañido un temblor de fuerza menor se sintió en el templo, posterior a ello se escucho la gran explosión que a diferencia de cualquier que estos ojos hubieran visto no destello luz alguna sino que a su vez comenzó a consumir la luz de alredor como lo haría un parasito.

Las escenas posteriores en las que me vi implicado nunca en estos siglos pensé que habría de ver... por tal razón me veo en la necesidad de ser mas cuidadoso en mis menesteres con este relato vivido en carne propia.


AL sentir el temblor y la onda de la explosión raudamente el gran maestre sale al balcón a mirar con un rostro pálido pero con el enojo supurando de sus poros como una mancha oscura cual alquitrán iva creciendo de manera exponencial hasta que en menos de un instante vimos como esa masa se comió a la ciudad de Citerior, gloriosa joya de marfil dentro de la celestial corona de temple. De un momento a otro el gran maestre grita a sus generales y al comandante que tocaran los clarines de evacuación, que todos fueran a los barcos y grito aunque con la solemnidad que siempre lo caracteriza ¡¡¡¡¡AHORA!!!!! los generales y su comandante raudos partieron a seguir las instrucciones mientras tanto yo, en una situación de cual no veía inmerso desde que tuve que huir de Florencia por culpa del mismo Carlos de Valois; veo como el maestre se acerca y del costado de su trono saca un libro y de manera un algo tosca me lo coloca en mi pecho diciendo... cuida esto con tu vida y anota todo lo que veas ya que ahora ya no podré volver a recordar lo que se a perdido y se perderá... posterior a ello de un sopetón me lanza a la puerta del salón y me indica que debo ir a los barcos, con lo cual yo solo puedo preguntarle, por que no iva conmigo, a lo que el respondió, debo ir a rescatar sino no habrá que hacer.

Al salir del templo la siguiente dos imágenes que les podré relatar sobre el maestre fueron las siguientes.

Al salir por la puerta oriente por la cual todos se dirigían corriendo, llorando, tropezando y de las peores maneras de cual un ser saldría corriendo ya que la masa se avecinaba a los muros de Ur con veraz velocidad, se ve en el cielo un brillo azul oscuro en el cielo, al ver todos en un segundo se ve al maestre con su báculo desde lo que debería recordar como el balcón del vigésimo octavo salón y del cual el mismo maestre alzaba desde las bases de los muros de Ur una bóveda de cristal azul que cubrió la mitad de la circunferencia de los templos interiores, ahora el cielo aun mas azulado y brillante comenzaba a sernos de escudo ante la masa de alquitrán que ya se encontraba comenzando a golpear el muro cual marejada. Posterior a ellos desde el mismo balcón una luz malva se desprende del báculo del maestre y los árboles del bosque del nacimiento que encontraban en el anverso del templo y que ocupaban la mitad del mismo templo, comenzaron de manera acelerada y descontrolada a crecer y hacer una especie de empuje a los muros y la barrera de cristales azules. Finalmente cuando ya todas personas de que se encontraban en las dependencias del templo interior fueron evacuadas y puestas en los barcos de nuestra armada, el maestro dejo de hacer brillar su báculo y el finalmente la brea, ese alquitrán de oscuridad rompió las barreras y de la manera en como un río vuelve a su cause normal este irrumpió dentro de lo que podría ser uno de los lugares mas hermosos y bellos de este y otros mundos.

Después de estar en el mar océano alejándonos como se nos había ordenado por los generales ya que el alquitrán se empezaba a desperdigar por el puerto y caía al mar como coágulos de brea, veo un de las escenas mas impactantes de mi encarnación.

Al ser el Templo principal una estructura helicoidal que los hijos del cuarto mesías llamarían Babel por lugar donde fue alzada, pero este templo ya tenia muchas eras antes de que ellos pusieran tinta sobre los planos de esa torre mas moderna que finalmente nunca se realizaría, el ultimo giro o corona de la torre o Templo, que en este caso estaba recubierta de Oro para que fuera visible a la distancia comenzó a rotar, si a rotar, al finalizar su rotación comenzó de una de las maneras mas suaves a flotar sobre el Templo y de un instante a otro frente a los miles de ojos expectantes que se encontraban su mirada fija en el objeto, desapareció en una luz segadora del Violeta mas fuerte que alguna vez viéramos o volveríamos a ver.

Después de el encandilado Violeta lo único que vemos en donde se encontraba la corona del Templo es un punto Dorado el cual el capitán del barco contiguo al que me encontraba que era el San Cristóbal, grita, el maestre, el maestre, pues sí era él con su armadura ceremonial la cual solo cinco veces antes había sido puesta. Con el se encontraba su Báculo y en el brazo derecho un bulto blanco al cual se aferraba.

Mientras tanto la masa de oscuridad de manera mas hiriente y maquiavélica que alguno de nosotros presenciáramos empezó a escuchar un chillido, una risa, unos quejidos risueños, simplemente lo mas pavoroso que mis oídos alguna vez escucharon; esa cosa, ese alquitrán de maldad, de oscuridad, comenzó a reír y de lo que se podría llamar su apéndice mas alto comienza a flotar un objeto blanco, que en su principio no se logra notar mucho por lo ondulante de la masa, hasta que en un minuto logro fijar mi mirada en él, era una mascara de la musa del drama del teatro, triste y acongojada pero esta además quebrada en la mitad, cortada, rota, y la cual todos supimos que al ser quebrada nunca mas se podría volver a unir. Pero, en ese instante en medio de los chillidos de sufrimiento y al ver a este ser reptando, expandiéndose, quemando los bosques y abrazando el templo principal aunque con reticencia, seguía intentándolo, nuestro maestre de una manera en que siglos sin ver tamaña acción, toma vuelo y se lanza al medio de la grieta de la mascara zambulléndose de lleno sobre la viscosa criatura.

Mas de media hora paso y lo único que podíamos contemplar era esa lacra de brea ver incendiar el bosque, hacer caer los campaniles y romper nuestras almas al ver como eras de construcción, siglos de escrituración y cuantas almas trabajaron en ello se verían destazadas, mutiladas, y en el menor de los casos heridas de muerte por tamaña abominación; quien nos lanzo tamaña afrenta, que los sellos, los cristales, las oraciones vertidas cual bálsamos en cada piedra del Templo no fueron suficientes para que esa maldad causara una de las destrucciones mas titánicas que este mundo haya visto.

Justo antes de pasar la hora de transcurso la gente comienza a gritar y a vociferar como si en el coliseo de la cuidad se encontraran... Una luz, una luz dorada y azul salía de entre el centro de la bestia, ésta dando contorciones y moviéndose de manera artificiosa comienza a arder y a hervir como lo hace el fuego griego antes de ser lanzado en combate; la mascara de la criatura comienza a salir luz de sus cavidades de otras partes de lo que podríamos llamar cuerpo empiezan a lanzar luz, cientos de aces de luz de distintos colores, mas que el arco iris, tanto como si finalmente la rosa cromática se mostrara ante nuestros ojos.

Al ver como se diluía la bestia no pudimos más que gritar y abrasarnos de la forma más fraternal que pudimos, pero, donde se encontraba el maestre...



A:.L:.G:.M:.S:.P:.



Chevalier maître du L`Tour du silence

Un premier Grand Secrétaire:. et

une Première Garde Livres du Temple:.



Mis queridos amigos espero que este nuevo relato les guste, ya hace buen tiempo que no retomaba este blog pero visto y considerando que hay muchas hojas del libro de la vida que han sido dadas vuelta, me veo en la obligación de retomar este labor.

Esperando que les guste y que pronto estará el siguiente y continuación del texto, se despide fraternalmente y deseándole un nuevo y bello ciclo

Monsieur Sans Piete:.